1 - Difundir los trabajos comunitarios que individuos, grupos y organizaciones están realizando en el plano nacional y latinoamericano.
2 Construir una red en donde su entramado pueda dar cuenta de la interacción de los sujetos que convoca.
3 Fomentar y reflejar la recomposición del tejido social proponiendo un espacio de garantía de derechos sociales, económicos y culturales, un espacio para la lucha por la igualdad de derechos ante la ley, un espacio de participación para la diversidad, entendiendo que la construcción de ciudadanía se da por medio de una activa participación de los sujetos que conforman la sociedad en que vivimos: esta construcción surge de la participación y asunción de responsabilidades sociales.
MINGA persigue la democratización de la comunicación como eje central de sus actividades. Este dispositivo está orientado a la difusión de experiencias alternativas de intercambio de bienes y servicios comunitarios, entidades intermedias de la comunidad tales como escuelas, parroquias, organizaciones vecinales, dispensarios de salud, centros culturales, talleres barriales, etc., todas ellas necesitadas de un medio de comunicación que las represente. Para estas iniciativas ciudadanas, MINGA surge como una herramienta de integración y organización popular de tipo comunitario, teniendo como máximo objetivo mejorar la calidad de vida de los habitantes mejorando los sistemas de comunicación, información e intercambio entre las distintas organizaciones y personas que trabajan en pos de lo comunitario.
El proyecto más ambicioso para MINGA es formar una red social de trabajadores de lo comunitario implicando un intercambio dinámico entre sus integrantes y con otros grupos sociales creando un sistema abierto y potencializando los recursos con que estos cuentan.
Esta revista deja de ser neutral para ejercer un posicionamiento en la lucha y distribución de poderes y bienes materiales y simbólicos, objetivando la realidad para así pensarla, analizarla, interviniendo y generando cambios en ella.
lunes, 13 de octubre de 2008
Condiciones culturales y sociales relacionadas con el problema
En Argentina y en Latinoamérica hubo siempre una tradición de solidaridad y de trabajo comunitario. En los setenta este trabajo se daba a partir de la militancia política, hoy se da a partir a partir del trabajo comunitario (ver problema).
La segunda Encuesta Nacional sobre trabajo voluntario y donaciones encargada por el Foro del Sector Social reveló que cerca de la mitad de los hogares argentinos realizaron donaciones durante 1998. Cada diez argentinos seis confiaban en las entidades sin fines de lucro y más de un tercio de la población trabajó en forma voluntaria en organizaciones sociales, sin recibir a cambio remuneración alguna.
La inestabilidad social que desde 2001 afecta la Argentina provocó el rebrote del trabajo comunitario como forma de hacer frente a la crisis. Eso marcó una reactualización del héroe colectivo.
“...Uno puede donar un montón de horas, trabajar en función de otro y siempre de manera desinteresada. No hay rédito personal, ni económico, incluso los artistas profesionales que hacen trabajos comunitarios cambian totalmente de rol. No hay estrellas, hay una función diferente, el reconocimiento social se lo dan al grupo y no a la persona. Es como en los guiones de Oesterheld donde se pasa del héroe individual al héroe colectivo... una cosa es ser un héroe que sabe que tiene todas las de ganar y otra es un héroe que trabajo mucho para estar un poco menos peor ...” (Claudio Pansera en una entrevista con MINGA, noviembre 2004).
Y sin embargo, todo este trabajo no adquiere suficiente visibilidad. Lo silencian los medios masivos de comunicación, y la aparición de esta temática queda supeditada al márketing televisivo que busca en la caridad la fuente de la solución. Por otro lado, dicha temática recibe la atención del pensamiento conservador para contrarrestar una supuesta falta de valores sociales.
En más de cincuenta años de televisión, ésta se encargó de difundir distintos programas que enfocaron la temática de la solidaridad. Niños y adultos se beneficiaron en sus reclamos (pedido de medicamentos, transfusiones, transplantes, prótesis, sillas de ruedas, etc.). La TV se transformó en una ayuda “mágica” para la resolución de conflictos individuales o sociales, que no eran resueltos por el Estado ni por las asociaciones de la comunidad. Ahora: ¿cuál fue el verdadero sentido de esta programación? ¿Fue promover la ayuda comunitaria, el rating o bien el lavado de sentimiento de culpa por medio de la caridad?
Por el lado de los medios gráficos, el diario La Nación creó su espacio de los Clasificados solidarios que sólo permiten a las Asociaciones Civiles publicar allí y que está pensado para redistribuir alimentos y útiles, y equipar alguna escuela. La idea es dar algo material que sobre para no comprometerse con una actividad participativa.
En cuanto a las revistas, la publicación Tercer Sector intentó ocupar un espacio de comunicación, pero ni su temática, ni su precio, ni su distribución la hizo accesible a todos los espacios posibles donde se trabaja comunitariamente.
La segunda Encuesta Nacional sobre trabajo voluntario y donaciones encargada por el Foro del Sector Social reveló que cerca de la mitad de los hogares argentinos realizaron donaciones durante 1998. Cada diez argentinos seis confiaban en las entidades sin fines de lucro y más de un tercio de la población trabajó en forma voluntaria en organizaciones sociales, sin recibir a cambio remuneración alguna.
La inestabilidad social que desde 2001 afecta la Argentina provocó el rebrote del trabajo comunitario como forma de hacer frente a la crisis. Eso marcó una reactualización del héroe colectivo.
“...Uno puede donar un montón de horas, trabajar en función de otro y siempre de manera desinteresada. No hay rédito personal, ni económico, incluso los artistas profesionales que hacen trabajos comunitarios cambian totalmente de rol. No hay estrellas, hay una función diferente, el reconocimiento social se lo dan al grupo y no a la persona. Es como en los guiones de Oesterheld donde se pasa del héroe individual al héroe colectivo... una cosa es ser un héroe que sabe que tiene todas las de ganar y otra es un héroe que trabajo mucho para estar un poco menos peor ...” (Claudio Pansera en una entrevista con MINGA, noviembre 2004).
Y sin embargo, todo este trabajo no adquiere suficiente visibilidad. Lo silencian los medios masivos de comunicación, y la aparición de esta temática queda supeditada al márketing televisivo que busca en la caridad la fuente de la solución. Por otro lado, dicha temática recibe la atención del pensamiento conservador para contrarrestar una supuesta falta de valores sociales.
En más de cincuenta años de televisión, ésta se encargó de difundir distintos programas que enfocaron la temática de la solidaridad. Niños y adultos se beneficiaron en sus reclamos (pedido de medicamentos, transfusiones, transplantes, prótesis, sillas de ruedas, etc.). La TV se transformó en una ayuda “mágica” para la resolución de conflictos individuales o sociales, que no eran resueltos por el Estado ni por las asociaciones de la comunidad. Ahora: ¿cuál fue el verdadero sentido de esta programación? ¿Fue promover la ayuda comunitaria, el rating o bien el lavado de sentimiento de culpa por medio de la caridad?
Por el lado de los medios gráficos, el diario La Nación creó su espacio de los Clasificados solidarios que sólo permiten a las Asociaciones Civiles publicar allí y que está pensado para redistribuir alimentos y útiles, y equipar alguna escuela. La idea es dar algo material que sobre para no comprometerse con una actividad participativa.
En cuanto a las revistas, la publicación Tercer Sector intentó ocupar un espacio de comunicación, pero ni su temática, ni su precio, ni su distribución la hizo accesible a todos los espacios posibles donde se trabaja comunitariamente.
¿Cuántas personas están afectadas por este problema?
Lo que está afectado no es un número de personas en sí, sino los imaginarios sociales de distintos sectores de la sociedad argentina. Es el imaginario social una construcción conceptual que produce valores, apreciaciones, gustos, ideales condicionando la conducta personal en una cultura. Es el efecto de una compleja red de relaciones entre discursos y prácticas sociales. Se constituye a partir de las coincidencias valorativas de las personas, se manifiesta en lo simbólico a través del lenguaje y en el accionar concreto entre las personas. Se instala en las distintas instituciones que componen la sociedad y actúa así en lo social. La gente, a partir de la valoración imaginaria colectiva, dispone de parámetros para juzgar y para actuar. Es un conjunto de ideas regulativas que producen materialidad, efectos de la realidad. Uno de los componentes fundamentales del imaginario social es el sistema de la lengua generador de discursos sociales. Las reglas que disciplinan los discursos surgen de las funciones específicas de cada grupo. Los sujetos cambian de discurso cada vez que cambian de roles o instituciones. La eficacia del discurso depende del éxito en conseguir los objetivos, los discursos deben estar avalados por las prácticas. Los medios masivos de comunicación intervienen en forma activa en las ideas regulativas de las conductas, saberes de nuestro tiempo y finalmente en la formación de subjetividades. (Bibliografía: La ciencia y el imaginario social, Esther Díaz; La nueva producción del conocimiento, Michael Gibbons, Camille Limoges, Helga Nowotny, Simon Schwartman, Peter Scott, Martín Trow.)
¿Cuál es el impacto del problema?
El problema se extiende por el ámbito nacional y latinoamericano. Y si bien algunos gobiernos procuran el consenso con una gama crecientemente diversificada de actores sociales, vemos que no existe desde su accionar medios que den difusión a los trabajos comunitarios de manera continua y sostenida en el tiempo. En ciertos gobiernos municipales existen dependencias que dan apoyo legal, comercial y técnico a algunos proyectos como así también los nuclean, pero no articulan con los inscriptos en sus registros ni tampoco difunden la tarea entre otros sectores sociales (y si existen, quedan supeditadas a un concurso llevando las experiencias comunitarias a una competencia entre los pares).
Desde el sector privado, en Argentina existen intentos de resolver este problema cayendo siempre en una misma posición asistencialista, marcada por la solidaridad, desde los nuevos
recursos filantrópicos de la región.
Desde el sector privado, en Argentina existen intentos de resolver este problema cayendo siempre en una misma posición asistencialista, marcada por la solidaridad, desde los nuevos
recursos filantrópicos de la región.
Tres aspectos principales del problema
1 Falta de información sobre el trabajo comunitario.
2 Silencio de los medios de comunicación sobre el tema.
3 Falta de articulación entre las distintas experiencias comunitarias.
2 Silencio de los medios de comunicación sobre el tema.
3 Falta de articulación entre las distintas experiencias comunitarias.
El Problema
Existe un claro problema a resolver en el campo de lo comunitario -entendiendo por comunitario aquel espacio de construcción de ciudadanía donde los intereses, necesidades y problemas de la comunidad son abordados mediante la participación activa de los sujetos de la misma comunidad.
Dicho problema tiene que ver con la falta de información y el carácter de evasión que gran parte de los medios eligen hacer sobre este tema. El sistema hegemónico de los medios de comunicación produce mensajes que buscan una lectura unívoca y hegemónica de la realidad, realidad que siempre es “inevitable”, dejando por fuera una pluralidad de actores y de voces. A esto se le suma el carácter oligopólico de los medios de comunicación agrupados en grandes empresas que poseen periódicos, revistas, canales de televisión, radios y discográficas, etc., que ponen límite a la identidad y ritualizan el modo de estar y actuar en el mundo.
Estamos acostumbrados a recibir información mediática de intervenciones asistencialistas donde personas en forma de series -etapa preliminar al estado de grupo-, “ayudan” a otros que tienen menos a paliar su situación de pobreza y desigualdad social, mediante la contribución de una suma de dinero o un alimento no perecedero.
Esa “ayuda” es tan fugaz como el programa de televisión donde aparece y mucho más ineficaz. Esa acción además acrecienta la grieta que separa las clases sociales ya que posiciona al que da en un lugar de benefactor, un lugar más benévolo y si se quiere más poderoso frente al que recibe, estereotipando los roles de estos últimos sin lugar a obtener un posicionamiento creativo frente a las situaciones problemáticas que la realidad les presenta.
Por eso, este proyecto de MINGA asienta sus bases en la intervención en red creando un dispositivo donde las relaciones preexistentes se fortalecen, se potencian y se modifican, y proponiendo una solución alternativa al problema de la falta de información y del silencio que los medios esgrimen sobre lo comunitario. MINGA plantea un proceso de construcción permanente tanto individual como colectivo. A través de los mil ejemplares y miles de e-mails que se envían por mes, esta revista forma un sistema abierto de intercambio de información sobre el acontecer de personas físicas u organizaciones abocadas a la tarea de lo comunitario.
En este contexto ha de entenderse nuestra idea de anti-copyrightistas, porque buscamos que muchas más personas se enteren del trabajo comunitario, que lo tomen y sea un instrumento práctico para resolver conflictos en su comunidad. De esta manera podrán crear sus redes de acción donde grupos de personas ayudándose entre sí, utilizando sus propios recursos, colaboren con la MINGA mediante un intercambio más igualitario.
Dicho problema tiene que ver con la falta de información y el carácter de evasión que gran parte de los medios eligen hacer sobre este tema. El sistema hegemónico de los medios de comunicación produce mensajes que buscan una lectura unívoca y hegemónica de la realidad, realidad que siempre es “inevitable”, dejando por fuera una pluralidad de actores y de voces. A esto se le suma el carácter oligopólico de los medios de comunicación agrupados en grandes empresas que poseen periódicos, revistas, canales de televisión, radios y discográficas, etc., que ponen límite a la identidad y ritualizan el modo de estar y actuar en el mundo.
Estamos acostumbrados a recibir información mediática de intervenciones asistencialistas donde personas en forma de series -etapa preliminar al estado de grupo-, “ayudan” a otros que tienen menos a paliar su situación de pobreza y desigualdad social, mediante la contribución de una suma de dinero o un alimento no perecedero.
Esa “ayuda” es tan fugaz como el programa de televisión donde aparece y mucho más ineficaz. Esa acción además acrecienta la grieta que separa las clases sociales ya que posiciona al que da en un lugar de benefactor, un lugar más benévolo y si se quiere más poderoso frente al que recibe, estereotipando los roles de estos últimos sin lugar a obtener un posicionamiento creativo frente a las situaciones problemáticas que la realidad les presenta.
Por eso, este proyecto de MINGA asienta sus bases en la intervención en red creando un dispositivo donde las relaciones preexistentes se fortalecen, se potencian y se modifican, y proponiendo una solución alternativa al problema de la falta de información y del silencio que los medios esgrimen sobre lo comunitario. MINGA plantea un proceso de construcción permanente tanto individual como colectivo. A través de los mil ejemplares y miles de e-mails que se envían por mes, esta revista forma un sistema abierto de intercambio de información sobre el acontecer de personas físicas u organizaciones abocadas a la tarea de lo comunitario.
En este contexto ha de entenderse nuestra idea de anti-copyrightistas, porque buscamos que muchas más personas se enteren del trabajo comunitario, que lo tomen y sea un instrumento práctico para resolver conflictos en su comunidad. De esta manera podrán crear sus redes de acción donde grupos de personas ayudándose entre sí, utilizando sus propios recursos, colaboren con la MINGA mediante un intercambio más igualitario.
Concepto de Minga
El sustantivo minga pertenece a la cultura kechwa y deriva del verbo mingana o minkana, acción relacionada con el trabajo en común de un grupo de personas dentro de una comunidad.
Históricamente en el imperio kechwa- que hacia fines del siglo XVI abarcaba el centro de Chile actual hasta el Quito (Ecuador) – había al menos tres tipos de trabajos: a) la mita: prestación obligatoria para cada comunidad de trabajo al Estado central, b) el ayni: el intercambio recíproco de trabajo individual, -este mismo concepto se encuentra a su vez en la idea kechwa de justicia-, y c) la minga: el trabajo en común acompañado de fiesta y comilona, sufragadas por el campesino para quien se hace el trabajo, y que se usa principalmente para el cultivo y la construcción de casas.
De esta forma, la minga se desarrolla en el centro de la comunidad y se diferencia del trabajo obligatorio orientado hacia el Estado (mita). A su vez hay una relación implícita con la mita ya que la comunidad obligada a brindar su trabajo al Estado, puede realizar mediante la minga más rápidamente y mejor su tarea y disponer de sus trabajadores.
Complejizando entonces el intercambio individual, y situándose por fuera del trabajo debido al Estado, la minga es una de las maneras por las que se organiza la comunidad para beneficio propio y de todo el grupo social.
Históricamente en el imperio kechwa- que hacia fines del siglo XVI abarcaba el centro de Chile actual hasta el Quito (Ecuador) – había al menos tres tipos de trabajos: a) la mita: prestación obligatoria para cada comunidad de trabajo al Estado central, b) el ayni: el intercambio recíproco de trabajo individual, -este mismo concepto se encuentra a su vez en la idea kechwa de justicia-, y c) la minga: el trabajo en común acompañado de fiesta y comilona, sufragadas por el campesino para quien se hace el trabajo, y que se usa principalmente para el cultivo y la construcción de casas.
De esta forma, la minga se desarrolla en el centro de la comunidad y se diferencia del trabajo obligatorio orientado hacia el Estado (mita). A su vez hay una relación implícita con la mita ya que la comunidad obligada a brindar su trabajo al Estado, puede realizar mediante la minga más rápidamente y mejor su tarea y disponer de sus trabajadores.
Complejizando entonces el intercambio individual, y situándose por fuera del trabajo debido al Estado, la minga es una de las maneras por las que se organiza la comunidad para beneficio propio y de todo el grupo social.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)