lunes, 13 de octubre de 2008

Condiciones culturales y sociales relacionadas con el problema

En Argentina y en Latinoamérica hubo siempre una tradición de solidaridad y de trabajo comunitario. En los setenta este trabajo se daba a partir de la militancia política, hoy se da a partir a partir del trabajo comunitario (ver problema).

La segunda Encuesta Nacional sobre trabajo voluntario y donaciones encargada por el Foro del Sector Social reveló que cerca de la mitad de los hogares argentinos realizaron donaciones durante 1998. Cada diez argentinos seis confiaban en las entidades sin fines de lucro y más de un tercio de la población trabajó en forma voluntaria en organizaciones sociales, sin recibir a cambio remuneración alguna.
La inestabilidad social que desde 2001 afecta la Argentina provocó el rebrote del trabajo comunitario como forma de hacer frente a la crisis. Eso marcó una reactualización del héroe colectivo.
“...Uno puede donar un montón de horas, trabajar en función de otro y siempre de manera desinteresada. No hay rédito personal, ni económico, incluso los artistas profesionales que hacen trabajos comunitarios cambian totalmente de rol. No hay estrellas, hay una función diferente, el reconocimiento social se lo dan al grupo y no a la persona. Es como en los guiones de Oesterheld donde se pasa del héroe individual al héroe colectivo... una cosa es ser un héroe que sabe que tiene todas las de ganar y otra es un héroe que trabajo mucho para estar un poco menos peor ...” (Claudio Pansera en una entrevista con MINGA, noviembre 2004).

Y sin embargo, todo este trabajo no adquiere suficiente visibilidad. Lo silencian los medios masivos de comunicación, y la aparición de esta temática queda supeditada al márketing televisivo que busca en la caridad la fuente de la solución. Por otro lado, dicha temática recibe la atención del pensamiento conservador para contrarrestar una supuesta falta de valores sociales.
En más de cincuenta años de televisión, ésta se encargó de difundir distintos programas que enfocaron la temática de la solidaridad. Niños y adultos se beneficiaron en sus reclamos (pedido de medicamentos, transfusiones, transplantes, prótesis, sillas de ruedas, etc.). La TV se transformó en una ayuda “mágica” para la resolución de conflictos individuales o sociales, que no eran resueltos por el Estado ni por las asociaciones de la comunidad. Ahora: ¿cuál fue el verdadero sentido de esta programación? ¿Fue promover la ayuda comunitaria, el rating o bien el lavado de sentimiento de culpa por medio de la caridad?
Por el lado de los medios gráficos, el diario La Nación creó su espacio de los Clasificados solidarios que sólo permiten a las Asociaciones Civiles publicar allí y que está pensado para redistribuir alimentos y útiles, y equipar alguna escuela. La idea es dar algo material que sobre para no comprometerse con una actividad participativa.
En cuanto a las revistas, la publicación Tercer Sector intentó ocupar un espacio de comunicación, pero ni su temática, ni su precio, ni su distribución la hizo accesible a todos los espacios posibles donde se trabaja comunitariamente.

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